Diversidad familiar en el centro escolar

Todos los años hay temas de la familia enlazada que conlindan con la madrastridad y son recurrentes. Bien porque nos remueven una heridad no cicatrizada o bien porque nos indican una injusticia que nos parece imposible dejar pasar. ¿Qué momentos son esos? Los famosos días del padre y de la madre.

Famosos, sí. Todos los años se repiten en las mismas fechas y todos los años se generan los mismos debates:

¿Los deben celebrar con los progenitores a pesar de que estén con el contrario durante ese día señalado? ¿Les debemos dar tanta importancia?

Sea como sea, la cuestión es que se la damos. Y el motivo es bien sencillo: Es un día del año señalado en el que se reconoce la labor de cuidados y crianza que realizan los progenitores para con sus pequeños. Y por ese motivo estas fechas actúan como un disparador del malestar de cualquier madrastra.

Yo me ocupo, yo me involucro, yo quiero formar parte. ¿Pero no se me va a reconocer jamás mi esfuerzo?

La madrastridad es una posición todavía muy ingrata: El proceso de adaptación es largo, con altibajos. Socialmente no está todavía bien visto ni reconocido como se merece, suscita desconfianza. Y nos faltan modelos de referencia positivos para saber cómo movernos y desenvolvernos hasta encontrar nuestro lugar en la familia enlazada.

¿Cuántas veces nos hemos visto haciendo de más en pro de la familia y recibiendo poco, nada o incluso algún reproche por ello?

Pero si vamos un paso más allá, a pesar de que el trabajo de visibilización y aceptación del rol de la madrastra se empieza en casa, se refuerza en las instituciones.

Que deje de ser raro que una madrastra acerque a su hijastro al centro de salud sin que levanten una ceja, que no sea motivo de cuestionamiento que la madrastra se involucre en las actividades extraescolares de los menores y sobre todo, que no se cuestione la existencia de nuestra figura desde el centro escolar.

Sí, centro escolar, te estoy señalando a ti.

A día de hoy, en pleno 2022 y con toda la diversidad familiar que existe, los modelos de trabajo de la familia en la escuela siguen sin ajustarse a la gran variedad de familias. Se sigue trabajando el árbol genealógico con papá y mamá a la cabeza. Y cualquier familia que escape del modelo nuclear tiene que ir acompañada de una explicación detallada para la que, quizás, los niños no están preparados.

¿Por qué no tienes papá? ¿Por qué vives con los abuelos? ¿Quién es esta señora que no es tu madre y que convive contigo?

Respetar y aceptar la diversidad es la base de la escuela de calidad. Aprender a que existen otras formas de ver la vida, de experimentarla y de querer. Fomentar nuevos modelos y roles que ayuden a que todos encuentren su sitio sin sentirse fuera de lugar. Y reforzar con la ayuda de las casas que el modelo familiar es diverso y que al igual que podemos tener dos papás o dos mamás, la figura de la madrastra y del padrastro han venido para quedarse.

¿Merezco entonces un regalito por el día de la madre para reconocer mi labor como madrastra?

No, mereces reconocimiento a diario por el esfuerzo titánico que supone ajustarse a la realidad de la familia enlazada. Y eso va más allá de un collar de macarrones. Eso lo estamos cambiando entre todas, aquí y ahora.

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