Poner límites sin que te digan «lo que pasa es que no quieres a mis hij@s»

Ayer Aina me dijo algo que me encantó: “este año no nos vamos a desear una feliz Navidad sino una amable Navidad”, una Navidad en la que seamos amables con nosotras mismas, que nos deje un poso de cuidado.

Después hicimos nuestro encuentro mensual con las compañeras de Materia y estuvimos hablando precisamente de cómo hacernos una Navidad amable. Vimos que hacernos una Navidad amable pasa por conectar con lo que nos apetece hacer y lo que no y actuar en consecuencia.

La dificultad de poner límites con nuestras parejas

Pero claro, esto puede suponer un conflicto con nuestras parejas. Una compañera hablaba de que su pareja espera que ella esté disponible para acompañarle en todas las cosas que hace para contentar a su familia, a la ex, a sus hijastros… a todo el mundo.

Otras madrastras nos habéis comentado, por ejemplo, el tema de los regalos. Que este año habéis decidido no encargaros de los regalos de vuestr@s hijastr@s y que vuestras parejas os lo han reprochado.

Yo soy una de las que ha abandonado esa responsabilidad: este año solo me he encargado de reunir los regalos para nuestro hijo común.

Y sé que cuando dejamos de hacer algo que solíamos, o decidimos no asistir a una reunión a la que habíamos asistido otros años, es fácil que nuestras parejas se extrañen. Y a muchos les entrará la inseguridad, que a lo mejor expresan en forma de silencio o de enfado.

El reproche temido

Creo que uno de los comentarios que más tememos las madrastras es el de: “Lo que pasa es que no quieres a mis hij@s”.

Y para evitar ese comentario, o incluso para no hacernos ese reproche nosotras mismas, seguimos aceptando hacer cosas que no queremos, sin darnos cuenta de que así nos dificultamos más y más la relación con nuestr@s hijastr@s, con nuestras parejas, y con nosotras mismas.

A mí mi pareja me lo dijo una vez, y por suerte, como ya llevo mucho tiempo con vosotras, estaba bastante preparada para ese comentario. Pude responder sin caer en la culpa y seguir manteniendo el límite que en ese momento había puesto.

Hoy he pensado en cómo estarías planteándote tú la Navidad y quería compartir contigo la respuesta que le di, por si esto te ayuda a establecer los límites que necesitas y tener unas fiestas más amables.

Lo que funcionó para mí

Para mí la clave fue despersonalizar y poner el foco en los roles de cada uno, en vez de hacerlo en las personas.

Así que le dije: “No es que no quiera a tu hijo, es que ser madrastra es muy complejo y por eso mismo, a veces, muy cansado. Así que necesito medir mis energías, y decirte honestamente qué me veo capaz de hacer con buen ánimo y qué no, porque si me paso, no voy a poder estar con el niño, contigo y con el resto del mundo de la manera en que a mí me gusta estar.”

Qué alivio, que el tema ya no sea cuánto quieres a tus hijastr@s, ¿no?

Este cambio de perspectiva, de reconocer la complejidad de los roles en vez de estar midiendo los amores funcionó para mí. Creo que mi pareja lo entendió y pudimos negociar según la disponibilidad y las necesidades de cada uno, sin que se cuestionara en ningún momento lo buena o mala madrastra que yo era.

Descubre cómo acercarte a ell@s sin perderte tú por el camino

Te presentamos una guía 100% basada en nuestra experiencia que es respetuosa con l@s niñ@s y también contigo. Sin cuentos.

Una nueva estrategia

Desde entonces, en momentos como la Navidad, en que todos tenemos expectativas muy altas, he adoptado una estrategia que me acerca a mi pareja sin tener que abandonarme a mí misma.

¿En qué consiste?

Pues te lo cuento punto por punto:

  1. Escucho su petición. Y si no ha formulado una petición pero detecto que espera algo de mí, le pregunto directamente. En este caso: “¿Cómo te gustaría que organizáramos lo de los regalos con lo@s niñ@s?” o “¿Qué encuentros te gustaría tener con tu familia?”.
  2. Me recuerdo a mí misma que escucharle no significa que vaya a acceder a todo lo que me diga, simplemente significa que la escucho con la mente abierta.
  3. Compruebo internamente: de todo esto que él me pide, ¿qué estoy dispuesta a hacer? ¿Hasta dónde puedo atender a su petición sin perder el buen ánimo?
  4. Le digo lo que sí puedo hacer.
  5. Si es necesario, negociamos.

Ya sé que la parte de comprobar internamente puede parecer difícil al principio, pero es una cuestión de práctica.

A lo mejor este año anticipas que vas a poder hacer determinada cosa y después descubres que te sobrepasa. O al revés: te retiras mucho y después tampoco te sientes cómoda. Tómalo como un aprendizaje que te va a servir para afinar más el año que viene.

De verdad: no es el fin del mundo.

El objetivo es dejar de sacrificarnos para que nos den un lugar en la familia, y simplemente empezar a ocuparlo. También en Navidad.

Descubre Materia

La comunidad de madrastras donde nadie te dirá que "cuando empezaste ya sabías lo que había".