Empecé este blog hace unos 6 años sintiéndome invisible. Y hoy, al releerlo, me doy cuenta de que ya entonces había identificado algo que nos pasa a muchas madrastras, y que he dado en llamar «invisibilización».
Mi experiencia como madrastra me ha hecho pensar muchas veces en los amigos imaginarios. Son personas muy cercanas que están siempre a tu lado dándote apoyo, escuchándote y preocupándose por ti. El pequeño problema de estos entrañables amigos es que sólo puedes verlos tú, de manera que al salir de casa, de la intimidad, nadie los escucha ni los toma en consideración; los demás simplemente son incapaces de percibirlos. Algo muy parecido nos ocurre a las madrastras.
Mujeres invisibles
En uno de los peores casos (si tenemos la suerte de que los niños no nos rechacen abiertamente) somos como compañeras imaginarias de nuestras parejas, ante las cuales los niños pasan sin inmutarse:
“¡Voy a casa de papá!”
“¡Hola papá!”
“¡Me lo pasé genial de excursión con papá!”
“Papá, ¿quieres tomar algo?”
Da igual que tú también vivas en esa casa, que lo estés esperando a su llegada del cole (y toda tu cotidianidad quede alterada a partir de ese momento), que te hayas deslomado cargando la mochila, preparando comidas y jugando con el niño todo el fin de semana campestre, o que desees simplemente decir que no tienes sed; es como si no existieras.
Los hijos de nuestras parejas pueden invisibilizarnos de mil maneras, generalmente sin darse cuenta. Pero no es cosa solo de los niños, es que toda nuestra cultura tiene a rechazar la existencia de las madrastras.
Incluso el nombre que tiene nuestro rol en la familia es despectivo y por ese motivo mucha gente evita usarlo. Yo, sin embargo, he decidido agarrarme a la palabra «madrastra» con uñas y dientes, porque sé que lo que no se nombra no existe. Y confío que a base de usar la palabra, poco a poco vayamos dándole un nuevo significado.
Mujeres no reconocidas
Con un poco más de suerte (y tiempo) es posible que consigamos hacernos visibles en casa, que nuestros hijastros nos vean y nos acepten, que nosotras los aceptemos a ellos y terminemos desarrollando una relación de cariño, cuidado y responsabilidad, especialmente si son pequeños. Pero esta relación sólo existirá en la intimidad. Fuera de casa nadie reconoce nuestro papel, somos invisibles en la vida pública de los niños.
Es fácil que choquemos con nuestro muro de invisibilidad si intentamos asistir a una reunión escolar, llevar a los niños al médico, inscribirlos a alguna actividad (aunque sólo dure una tarde), consultar cualquier duda acerca de las tareas escolares con su tutor o tutora, organizar su fiesta de cumpleaños o simplemente sacarles un carnet para la biblioteca. “No somos nadie” para tomar decisiones o recibir información sobre nuestros hijastros, y sólo otra madrastra puede entender cuan frustrante resulta no ser nunca reconocida en la vida de un niño al que quieres, cuidas, educas y dedicas buena parte de tu tiempo.
Mujeres disueltas
Pero no solo eso. En casa es algo frecuente que mi hijastro reelabore el pasado borrándome cuidadosamente de él. ¡Lo hace sin darse cuenta! Cuando era más pequeño a menudo llegaba a casa y me contaba algo que «había hecho con su madre», cuando en realidad era algo que habíamos hecho juntos la semana anterior.
Ahora es más mayor, pero aún es habitual que hable de los platos que yo cocino como si los cocinara su padre, o de las cosas que mis padres le regalan como si se las hubiera regalado su padre. Creo que realmente reconstruye el pasado de acuerdo con la imagen social de la familia, en que la madrastra simplemente no debería existir.
Y a medida que mis acciones y los momentos compartidos son reelaborados como si hubieran ocurrido con papá o con mamá, mi papel de madrastra se va invisibilizando, disolviendo, desapareciendo de los registros de su memoria.
Mujeres innombrables
Otra consecuencia de nuestra condición invisible es la dificultad que se les plantea a los niños cada vez que tienen que explicar quiénes somos a los demás:
“Es una amiga de papá, que es adulta” (parecía una aclaración necesaria),
“Es una chica que antes vivía en Barcelona y ahora ha venido a vivir con nosotros para siempre” (el recurso narrativo puede servir)
o, a un nivel más pragmático: “es la que me cuida”.
En cualquier caso la duda queda sin despejar.
Los niños tienen dificultades incluso para explicárselo a sí mismos. Yo, personalmente, he pasado por varias fases: fui la prima de mi pareja, la hermana de mi hijastro e incluso la “marida” de ambos. Todo ello antes de atreverme a formular la terrible frase: “SOY TU MADRASTRA”, a lo cual el niño respondió con curiosidad “¿y qué es una madrastra?”.
¿Qué es una madrastra?
Está claro que nos corresponde a nosotras responder a esta pregunta, porque de puertas a fuera bien podríamos continuar representando una figura entre invisible y molesta durante otro siglo más. Abro esta pregunta a todas las madrastras que paséis por este blog, y os animo a responderla desde vuestra experiencia: ¿qué es para vosotras ser madrastras?

Descubre Materia
La comunidad de madrastras donde nadie te dirá que "cuando empezaste ya sabías lo que había".
Marta
19 noviembre, 2014Qué bien encontrar casos parecidos al mío en la red.
Mi hijastra tuvo que escribir en una ocasión un cuaderno de vacaciones. Habíamos pasado todo un mes de agosto juntas. Con su familia paterna y con la mía. Risas, helados, playa, piscina, cine. Primos de verdad y «primastros». En fin, un mes de agosto normal y relativamente feliz.
Imagínate mi tristeza cuando me dio por leer lo que había apuntado en el cuadernillo. Día por día.
«He estado con papá en la playa»
«He ido con los primos, papá y los abuelos a dar una vuelta y a tomarnos un helado»
«Hoy me encontraba mal y he estado todo el día en casa. He comido macarrones con papá»
«He hecho unos amigos en la urbanización. Luego se han juntado todos los padres, los niños y mi padre para hacer una fiesta»
Invisible no, lo siguiente.
Berta
19 noviembre, 2014La verdad es que son situaciones de reírse para no llorar. Esto que cuentas me pasó un montón de veces, incluso me llegó a pasar que al cabo de una semana o dos mi hijastro me contaba cosas que habíamos hecho juntos como si las hubiera hecho sólo con su padre o incluso con su madre! ¡Me borraba de su memoria!
No sé si te sigue pasando, en mi caso, desde que le expliqué que yo era su madrastra y le ayudé un poco a ubicarme en su constelación familiar, suele incluirme más. Me imagino que al principio, como no saben dónde ubicarte a ti y a tu familia, ni cómo hablar de ti, simplemente te ignoran en su relato.
Ahora me encuentro con otra buena: él ya tenía muy asumido que soy su madrastra y que formo parte de su familia, pero ha cambiado de cole y ya se ha encontrado dos veces que cuando habla a sus maestras de ‘su madrastra’ ellas le dicen que por qué dice eso, que qué palabra más fea. Él no entiende ni papa de por qué es fea, pero claro, ahora ya no se atreve a decirlo, y cuando voy a buscarlo oigo como le dice a su maestra «Eh, que ya está aquí mi (bajito) madrastra, mi… eh… (y otra vez en alto) oye, mira, que ya está aquí, que ya me puedo ir».
Me siento como Lord Voldemort.
¿Cuándo pasaremos al plano visible? ¿Cuándo se podrá pronunciar nuestro nombre sin que sea una blasfemia?
Marta
20 noviembre, 2014Bueno, en mi caso la relación con ella ha ido claramente a peor con la entrada a la adolescencia.
Cuando era más pequeña nos llevábamos muy bien y hacíamos muchas cosas juntas, pero ahora cada vez estamos más distantes.
Debo ir al revés del mundo :(
En nuestro caso, la madre no ayudó mucho a la hora de normalizar nuestras relaciones (se negaba en rotundo a considerarme parte de la familia de la niña, a que alguien de mi familia pudiera recogerla del colegio…). La niña acabó con un conflicto de lealtades brutal, y yo opté por no ponerla en un aprieto. Y así estamos ahora.
Es duro para todos. A mi antes me encantaba cuando venía a casa y ahora se me hace muy cuesta arriba porque su actitud es muy complicada (dejar de hablar cuando yo entro a la cocina o dónde ella esté, contestarme con monosílabos, quejarse de las normas que yo pongo en casa…).
Así están las cosas.
J.E
28 abril, 2020y yo pensando y dándole vueltas a por qué me sentaba tan mal que digan: «la casa de mi padre» (cuando legalmente es mía, cuando fueron ellos los que se mudaron aquí)… y ahora todo cobra un poquito más de sentido
Berta
9 noviembre, 2021Que importante nombrar lo que nos pasa…
Maria
26 diciembre, 2021Es un alivio encontrar un lugar como este. Leer vuestras historias y ver que no eres un bicho raro ni a la única que le pasa. Yo empecé una relación con un hombre que tenía un hijo, no fue un divorcio conflictivo hace 5 años lo que ayudó mucho las cosas. Llevamos viviendo todos juntos como 3 años ya que la custodia es compartida y a pesar de que la relación entre sus padres es muy buena, el niño tiene muchos conflictos de lealtad, yo he intentado tener una relación cordial y cercana con él pero no me quiere y se nota. A veces me falta el respeto y su padre no actúa, otras me ignora y se comporta como si no existiera ni viviera con ellos en la casa. Mi cuñados cuando se dirigen a mi para con sus niños me dicen «tita» ante lo cual él los corrige y les dice que yo no soy la tita de sus primos que en todo caso lo es su madre. Ya le hemos explicado lo de la familia consanguínea y política pero le da igual, le molesta profundamente que yo sea la tia de sus primos….en fin me duele mucho que se comporte así cuando lo conocí tenía 7 y ahora con 12 que pensaba que iba a estar la cosa mejor para nada.
María
17 septiembre, 2021Acabo de descubrir esta página y me siento muy identificada con lo que leo. Gracias por darnos voz.
Yo soy madrastra de un niño que ahora tiene 6 años. He estado presente en su vida desde que él tenía 1 año. Nos hemos llevado de lujo y cada uno ha ido cogiendo su rol. Con la madre del niño nos llevamos bien, nos gusta decir que somos una «familia moderna». Pero aún así, la realidad es que hay momentos difíciles y nadie se pone en el lugar de la madrastra. Es el tercer año que en el álbum de fotos que lleva el niño a su clase para que conozcan a su familia veo que yo no estoy incluida. Me duele porque cuando me lo enseñan en ese álbum están incluidas personas que si son familia de «sangre» del niño, pero casi no pasan tiempo con él. Esas cosas desmoralizan mucho. Ahora debe de ser que está aprendiendo en el colegio qué es una familia y cuando viene a casa no para de repetirme que yo no soy de su familia. Es un niño, tiene 6 años, pero duele…..duele mucho, más que por las palabras en sí es porque él sólo repite el reflejo de la sociedad. Nuestra realidad del día a día es que somos invisibles.
Berta
17 septiembre, 2021Hola María, gracias por compartir tu experiencia. Es una pena la educación familiar que se da ahora mismo en la mayoría de las escuelas, donde lso niños y niñas cuyas familias no encajan en el molde tienen que hacer malavares para no sentirse bichos raros. Uno de los movimientos más habituales: dejar a madrastras y padrastros fuera de sus redacciones, árboles familiares y por supuesto, fotografías. Nosotras mismas a menudo dudamos de nuestro lugar en la familia (al final estamos en la misma sociedad que les educa a ell@s) y cuando nos dicen estas cosas, nos quedamos bloqueadas sin responder. En la escuela de mi hijo tuvimos que avisar de que en los trabajos sobre los abuelos, a él no le llega con 4 huecos, porque ya que mis padres están separados y tienen nuevas parejas, de hecho tiene 6 abuelos y abuelas. La profesora no sabía cómo encajarlo. Esto trajo preguntas de si mi padrastro, con quien él tiene mucha relación, no es de su familia. Y tuvimos que hacer en casa esa parte de educación que no se da en el cole: empezamos a hablar de la familia de sangre, la familia política y la familia de elección. Tú eres de su familia, claro que sí, y os une un lazo político. De hecho, si estás casada con su padre o eres pareja de hecho, legalmente tenéis lo que se llama un vínculo de primer grado de afinidad y es un tipo de vínculo que se está empezando a regular: tienes derecho a conciliación laboral, tienes obligación de dar alimento a esa niña, etc. Así que no te dejes amedrentar por algo que no es más que falta de formación y sensibilidad en el centro escolar y atrévete a corregir esa educación equivocada que le están transmitiendo: tú y ella sois familia. Ánimo!