El malestar de las madrastras y el salto al vacío

El salto al vacío…

Esta es una expresión que empecé a usar hace tiempo para referirme a un punto concreto al que llegamos la mayoría de las madrastras tarde o temprano.

No me refiero al momento en que aceptas tener una relación con alguien que ya tiene hij@s (aunque eso ES un salto al vacío).

Tampoco me refiero al momento en que inicias la convivencia con ese alguien y sus hij@s (que aún es un salto mayor).

Me refiero a un salto que no se ve desde fuera y que sin embargo da más pánico que cualquiera de los anteriores. Es un salto que desgraciadamente muchas madrastras damos en solitario, sin tener ni siquiera palabras para nombrar lo que nos está pasando.

Me refiero a ese momento en que ya llevas meses o quizás años INTENTANDO ser una “buena” madrastra: tratando de querer a tus hiajstr@s, tratando de que ell@s te quieran a ti, tratando de crear un buen ambiente, preparando planes de familia, intentando cuidar la higiene, la alimentación y el uso de pantallas en casa, tratando de apoyar a tu pareja en todos sus rollos con hij@s y ex, y tratando de estar feliiiiiiiiiiiiz con la maravillosa familia que tienes… Y NO PUEDES MÁS.

Porque cada día sigue siendo un examen, y cada día suspendes en algo, y eso de ser una “buena” madrastra cada vez se parece más a un ascenso al Everest. Y ya te has dejado la sonrisa, el buen humor y quizás la salud en el camino. Y aún no llegas.

Las cosas en casa no van tan bien como deberían, no consigues dejar de respirar aliviada cuando tus hijastr@s se van, cada vez estás más irritable, tu pareja te mira con ojos de desesperanza y… quizás tú misma también te miras de esa manera.

Y llega un punto en que simplemente DEJAS-DE-INTENTARLO. Dejas de intentar ser la madrastra perfecta en la familia perfecta.

¿El problema? Que no hay nada de “simple” en ese movimiento

Porque tienes miedo de perder el lugar por el que tanto luchaste en la familia, porque ya te puedes imaginar los comentarios de la familia, porque no sabes cómo decirle a tu pareja que ya no vas a seguir haciendo muchas de esas cosas que hacías, porque sabes que va a haber discusiones, que tu pareja estará decepcionad@ contigo y especialmente que TÚ estarás decepcionada contigo.

Dejar de intentar ser la madrastra perfecta es, para mí, el mayor salto al vacío que puede dar una madrastra.

Si lo haces sola, sin entender muy bien lo que pasa, y sin una red de seguridad, lo vives como un abandono, como un fracaso, con mucho miedo. Finalmente se confirma lo que todo el mundo (incluida tú misma) sospechaba: eres una mala bruja.

¿Pero y si te dijera que en ese momento estás haciendo el mayor paso de autocuidado y empoderamiento que probablemente hayas hecho desde que te convertiste en madrastra?

Y no te lo digo por darte ánimos. Te lo digo porque he estado ahí, he dado el salto, y ahora vivo en el otro lado.

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El malestar de las madrastras y lo que te espera al otro lado

El malestar de la madrastridad, esa lucha constante por ser suficientemente buena y ser reconocida, en la que la meta nunca llega y tú te dejas la salud y la felicidad en el camino… No es algo que te pase solo a ti.

Les pasa a miles de madrastras en el mundo, y por eso sabemos que no es un mal individual, sino que es un mal social basado en ciertos mecanismos de nuestra cultura:

  • Los mandatos femeninos de amor, cuidado y entrega
  • Los mitos del amor romántico
  • La rivalidad entre mujeres
  • La dualidad: o eres una santa o eres una bruja
  • La invisibilización
  • La culpa
  • El cuestionamiento constante

Todo esto agravado por el estereotipo de la madrastra malvada, que te recuerda que si no cumples con todos estos mandatos y eres una santa, se va a demostrar lo que todos ya se olían: que en realidad eres una mala bruja.

Estos mecanismos están tan naturalizados que apenas podemos verlos. Solo sabemos que nos encontramos mal, que desarrollamos ansiedad, estrés, depresión y somatizaciones. Que nos quedamos sin palabras para transmitir nuestro malestar a nuestras parejas, y sin argumentos para poner límites.

Así es como seguimos enredadas en la misma tela de siempre.

Sin embargo, ahora sabemos que el estereotipo de la mala madrastra, que nos empuja a hacer DE TODO para demostrar que somos buenas, cumple en realidad una función social, que es la de mantener la estructura familiar tradicional y abocarnos al cuidado abnegado de nuestros hijastr@s.

¿Significa esto que para liberarte debes romper la familia o abandonar los cuidados del todo?

No (si no quieres).

Lo que significa esto es que mientras estás en la carrera para ser la madrastra perfecta, la cultura, los demás y tu sentimiento de culpa son quienes deciden cuándo has hecho suficiente. Y deja que te lo diga: nunca se van a saciar.

Cuando haces el salto al vacío, y dejas de aspirar al título de “la buena madrastra”, es una gran liberación porque ya no es la cultura, ni son los demás, quienes van a decidir cuándo es suficiente. Ahora decides tú.

Y tendrás miedo de perder tu lugar. Y te sentirás culpable cuando digas: “hoy no estoy disponible”. A lo mejor hay conflictos en casa…

Y a pesar de todo, cuando haces el salto, sientes que has dado el primer paso para volver, poco a poco, a ser tú misma.

Nos lo decía una compañera de la comunidad privada en una entrevista que puedes leer en el blog: «Desde que acepté que mis hijastros podrían no llegar a quererme nunca me he relajado y soy más feliz.» Ella dio el salto hace ya tiempo.

¿Quieres saber un poco más?

Hace poco en la comunidad Materia hicimos una entrevista a la educadora Rosa G. Graell, que nos ayudó a ver todo esto y nos explicó cómo funcionan los mecanismos culturales que tanto malestar nos generan. ¡También nos ayudó a ver el poder que en realidad tenemos las madrastras!

Puedes verlo accediendo a la comunidad.

Y sobre todo, lo que vas a encontrar en la comunidad es un grupo de mujeres que también están dando el salto, y que se van a convertir en tu red de seguridad.

Te damos herramientas para hacer este movimiento cuidando de ti misma y de las relaciones que te importan y estamos ahí en el proceso, tanto para las dificultades que vengan como para celebrar cada pequeño paso que des hacia ti misma.

¿Lista para dar el salto y descubrir el poder que tenemos como madrastras?

Te esperamos en Materia.

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